La amputación es una discapacidad permanente que puede afectar a niños, jóvenes, adultos y ancianos, ya que ocurre en cualquier etapa de la vida. En un extremo de esta gama patológica está la amputación congénita en un niño, y en el otro extremo está la amputación paliativa en un individuo de edad avanzada en un intento por ayudar a que su vida productiva e independiente se prolongue más tiempo. Los factores que influyen en el cuidado y el tratamiento de un niño que ha nacido con discapacidad son muy diferentes de los que intervienen en el tratamiento de un joven o un adulto con una amputación traumática que fue resultado de un accidente automovilístico, de tránsito o laboral. (Repetto Cortés, 2016). Hoy les compartiremos la importancia de un tratamiento psicológico para amputados.
Factores que influyen en los problemas de la amputación
Los problemas de la amputación dependen en gran medida de la edad cronológica del individuo y están relacionados con los atributos psicológicos y físicos característicos de su edad y su entorno social.
Estimulación y conductas en amputados
Al considerar los estímulos que experimenta el amputado es necesario examinar los problemas reales que ocasiona la propia incapacidad, y así entender la conducta de los sujetos afectados, que son producto de la permanencia e irrevocabilidad de la pérdida producida por la amputación y diversos problemas físicos, psicológicos y sociales muy específicos y de naturaleza única. Como paso siguiente habrá que considerar tales problemas físicos y psicológicos en relación mutua por sus interacciones íntimas y complejas.
Prótesis y reajuste personal
Otro aspecto importante de los problemas que ocasiona la amputación será el uso de una prótesis y el logro de un reajuste personal; es precisamente en este rubro en donde intervienen la ayuda psicológica y la fisiátrica. Sufrir es una experiencia subjetiva, y por tanto es universal e indefinible. No se pueden comparar las vivencias ni se puede afirmar que un mayor daño corporal provoca mayor sufrimiento.
Se podría suponer que es un fenómeno relativo, pues cada persona sufre a su manera, dentro de un determinado contexto social y en un marco temporal específico. Un paciente que perdió tres dedos de la mano derecha que utilizaba para labores motoras especializadas llega a sentir la misma limitación que alguien que perdió las dos piernas. Sufrir es una experiencia relativa, pero no superflua. El sufrimiento no es cuantificable, y por ello quizá no se le visualiza con la suficiente aptitud desde el enfoque racional y común de otras enfermedades.
El sufrimiento y el dolor físico a menudo se han plasmado en conceptos o utilizado por instituciones religiosas con fin paliativo. Sin embargo, surge una pregunta: ¿y si el dolor se ha calmado o no hay ya dolor? ¿Qué es lo que hace sufrir a un paciente? Las respuestas a estas preguntas constituyen conceptos importantes para que el psicólogo conozca a los pacientes y los ayude en sus procesos de adaptación.
Intervención psicológica y terapias en amputados
En el área de psicología y psicoterapia la intervención con el amputado se realiza por medio de diferentes técnicas de abordaje con arreglo a las necesidades de cada paciente, y van desde la entrevista, cuando él es atendido por primera vez por el personal asistencial, hasta la terapéutica familiar en caso de ser necesaria. En la entrevista inicial se tomará en cuenta el estado psicológico que presenta el paciente, y con base en ello se podrá brindar atención personalizada, optimizar resultados a corto plazo, y así mejorar no solo su situación individual, sino también su entorno familiar, laboral y social.
Importancia del entorno social y el apoyo familiar
Tal vez un requisito primordial para la vida productiva y bien adaptada es el respeto y el estatus que conceden a una persona sus iguales. Por encima de las satisfacciones físicas de la vida es básica la satisfacción que dan el cuidado y el afecto de la gente que rodea al individuo, como familia, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, etc., y si él no está en medio de un ambiente amable existe la posibilidad de que perciba pérdida de aceptación por parte de los demás, lo cual ahonda aún más su dolor.
La primera señal que indica el deseo del individuo de llevar una vida diferente es el uso de la prótesis, lo cual es un signo de buen pronóstico de lo que podrá obtener del esfuerzo que realizará en la rehabilitación física y psicológica por igual. Respecto a todo lo expuesto, un factor importante por detectar es la capacidad de entereza para afrontar las adversidades en la vida. Dagoberto Flores Olvera (2014) define la entereza con el término “resiliencia”, que se refiere a la capacidad que tiene un individuo para generar factores biológicos, psicológicos y sociales para resistir, adaptarse y fortalecerse ante un medio riesgoso y, con ello, obtener buen éxito individual, social y moral.
Consecuencias psicológicas de una adaptación inadecuada
Como es sabido, algunos individuos no se adaptan de manera ventajosa a su estado de minusvalía física, lo cual les acarrea una serie de consecuencias psicológicas como alcoholismo, adicciones a las drogas, depresiones psíquicas, mecanismos excesivos de defensa, fantasías o suicidio (o todo lo anterior), que sin duda no llevan a una adaptación productiva.
La función de la psicoterapia en el proceso de adaptación
La psicoterapia consiste en prevenir y tratar todos los aspectos que influyen en la adaptación de la persona amputada, y recabar la colaboración de los componentes de su entorno más cercano, donde incluso algún familiar puede necesitar apoyo psicológico en determinados momentos del proceso por el estrés sufrido, agotamiento o por el dolor vivido junto a su familiar. No se pueden esperar los mismos resultados fructíferos en pacientes con características físicas y psicológicas distintas. Se puede captar solo lo que permite el potencial físico y psicológico individual que poseía el paciente y con el que se desempeñaba antes de la amputación. Es posible tener una mejor rehabilitación con individuos que han tenido una menor función física que con los que tenían una mayor función en ese aspecto.
El cómo se adapte el amputado a la nueva situación depende, como hemos visto, de los recursos personales que ponga en marcha el paciente y del apoyo social que le rodee, además de cómo el personal sanitario le proporcione la información y la ayuda correspondiente. La personalidad previa del amputado también va a influir en la adaptación posterior (Hayes, 2002).
El rol de la psicoterapia en la adaptación del paciente
El objetivo de una psicoterapia sería prevenir y tratar todos estos aspectos que influyen en la adaptación del paciente. Y siempre solicitando la colaboración de su entorno más cercano, donde incluso algún familiar pueda también necesitar ayuda psicológica en algún momento del proceso, bien por el estrés sufrido, por el agotamiento o por el dolor vivido junto a la persona amputada.
El Hospital General Universitario de Valencia ha puesto en marcha un programa de apoyo psicológico para amputados vasculares, en el cual la intervención se inicia antes de la amputación, y en el que existe una labor multidisciplinar (Mezquita, 2008). Según Mezquita (2008), un 70% de amputados podría requerir apoyo psicológico (entre los 40 y los 60 años), sobre todo cuando existe un inadecuado manejo familiar de la situación.
El trabajo del psicólogo puede producirse antes, durante y después de la cirugía, y las posibilidades de intervención psicológica dependerán de la disponibilidad del paciente, de la familia, de la gravedad, del personal médico y de la estructura del hospital (Sebastiani y Maia, 2005; Ismael y Oliveira, 2008).
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Referencias
Repetto Cortés, M. A. (2016). Evaluación y tratamiento psicológico de los amputados. En E. Vázquez Vela Sanchez, Los amputados y su rehabilitación (págs. 105-109). México: Intersistemas.